Fecha: 08/12/2025

En un contexto en el que la sostenibilidad y la eficiencia productiva se han convertido en prioridades para toda la cadena de proteínas animales, el aprovechamiento integral de los recursos cobra cada vez más relevancia. Dentro de esta lógica, la grasa animal destaca como un ejemplo concreto de economía circular en acción, un subproducto que, mediante la tecnología y la innovación, se transforma en un ingrediente para la nutrición animal.

En este artículo, vamos a comprender cómo funciona el ciclo de la grasa animal dentro de la cadena productiva, cuál es el papel de la economía circular en este proceso y cómo la transformación tecnológica ha permitido que este recurso se convierta en esencial para el desarrollo de ingredientes funcionales y sostenibles.

Vea los siguientes temas:

Del subproducto al ingrediente

El punto de partida del ciclo es el procesamiento de materias primas de origen animal. Tras la separación de los tejidos en el matadero, los subproductos no comestibles (vísceras, grasas, carcasas) se someten a un proceso controlado de cocción y estabilización. El resultado es un aceite/grasa de origen animal con un alto valor nutricional, rico en ácidos grasos esenciales y de alta digestibilidad, capaz de satisfacer las necesidades de diferentes especies y fases productivas cuando se aplica en dietas animales.

Este reaprovechamiento de la grasa animal representa un avance significativo en la forma en que la industria ve sus subproductos: ya no como residuos, sino como recursos valiosos que pueden volver a la cadena con nuevas funciones y beneficios.

La industria del reciclaje animal en Brasil tiene más de un siglo de historia, con sus primeras operaciones industriales dedicadas al procesamiento de subproductos como vísceras, canales y huesos. Con el tiempo, el reciclaje ha pasado a desempeñar un papel estratégico en la sostenibilidad medioambiental, especialmente en el sector de las proteínas animales, ya que reduce la necesidad de tratar los residuos en los mataderos, lo que disminuye los riesgos y los costes medioambientales.

Economía circular y sostenibilidad en la práctica

La economía circular propone un modelo productivo en el que nada se pierde, todo se transforma. En lo que respecta a la grasa animal, esta transformación es un claro ejemplo de cómo la industria de la nutrición animal contribuye a un sistema más sostenible.

Al reintroducirse en la cadena como ingrediente, la grasa procesada contribuye a la cierre del ciclo del carbono, evitando que este material se deseche de forma inadecuada y colaborando para mitigar los efectos del calentamiento global.

Las empresas que operan en cadenas integradas, como MBRF Ingredients, desempeñan un papel importante en este proceso. La integración y la automatización permiten una trazabilidad total, un control de calidad y una eficiencia en todas las etapas, desde el origen hasta el procesamiento y la entrega del insumo para su uso en la industria.

Así, cada etapa del ciclo refuerza la práctica de la innovación, la seguridad alimentaria y la responsabilidad medioambiental. La grasa animal se utiliza ampliamente en piensos y suplementos nutricionales para diversas especies, con funciones que van más allá del suministro de energía.

Cuando se aplica a los alimentos para nutrición animal, además de aumentar la palatabilidad de las dietas, este ingrediente actúa en la absorción de vitaminas liposolubles, mejora la eficiencia alimentaria y contribuye a la estabilidad física y energética de las formulaciones. Más que una solución nutricional, la grasa animal se consolida como un ingrediente tecnológico capaz de unir rendimiento, sostenibilidad e innovación.

¿Cuál es la relación entre la grasa animal y el biodiésel?

El biodiésel es un biocombustible obtenido mediante la reacción de grasas animales o vegetales con alcohol, en un proceso químico conocido como transesterificación. En Brasil, las principales materias primas utilizadas son los aceites de soja, maíz, girasol, maní, algodón, canola, ricino, babasú, palma (dendê) y macaúba, además de aceites residuales y grasas procedentes del sacrificio de animales, que están ganando cada vez más relevancia en el sector energético.

Más que una tecnología limpia, el uso del biodiésel en el diésel de origen fósil reduce significativamente las emisiones de contaminantes, contribuyendo a una matriz energética más sostenible y a la mejora de la calidad de vida de la población. Según la Asociación de Productores de Biocombustibles de Brasil (Aprobio), el uso del biodiésel puede reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta en 94 %, en comparación con el diésel común.

La producción nacional refleja este avance. Según datos de la Agencia Nacional de Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles (ANP), Brasil alcanzó en agosto de 2025 un récord de producción: 924 500 m³ de biodiésel, lo que supone un crecimiento del 5,5 % con respecto a julio.

Impulsado por el mandato B15, el sector debería superar los 9,8 millones de m³ en 2025, consolidando al país entre los mayores productores del mundo.

En este contexto, el aprovechamiento de la grasa animal se destaca como una alternativa estratégica y sostenible. Además de convertir un residuo en una fuente de energía renovable, el proceso genera nuevas oportunidades económicas, especialmente para los pequeños productores rurales, a través de la demanda de insumos como el etanol anhidro (derivado de la caña de azúcar) y la valorización de subproductos como el glicerol, utilizado en la fabricación de jabones y cosméticos.

Además, el biodiésel producido a partir de grasa animal puede utilizarse en sistemas de calefacción de granjas avícolas y porcinas, creando un ciclo productivo aún más integrado y eficiente, un verdadero ejemplo de economía circular en la práctica.

Veamos cómo funciona en la práctica: ejemplos en Brasil

Grasa porcina: cada cerdo produce alrededor de 8 kg de manteca, suficiente para generar hasta 750 ml de biodiésel por kilo. La transesterificación debe ser catalizada por un agente ácido, y el precalentamiento ayuda a reducir la viscosidad.

Sebo bovino: Brasil produce 1,56 millones de toneladas al año, y cada kilo puede generar 800 ml de biodiésel. Las mezclas con aceite vegetal ayudan a reducir el punto de congelación, lo que hace que el proceso sea más eficiente y económico.

Consideraciones finales

El aprovechamiento de la grasa animal para la producción de biodiésel es un ejemplo concreto de cómo la innovación puede transformar los retos medioambientales en oportunidades sostenibles. Al convertir un subproducto en una fuente de energía limpia, el sector contribuye directamente a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y al fortalecimiento de la economía circular.

Más que un combustible alternativo, el biodiésel representa un puente entre la cadena de proteínas animales y el futuro de la matriz energética brasileña, más renovable, integrada y responsable. El uso de grasas animales en este proceso refuerza el papel estratégico del reciclaje y la reutilización dentro de un modelo productivo que busca la eficiencia, el valor añadido y un menor impacto medioambiental.

En MBRF Ingredients, la misión es unir calidad, innovación y sostenibilidad en cada producto, garantizando que el aprovechamiento de las grasas animales genere valor para toda la cadena productiva.

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